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ALEGRÍA, HUMOR Y DOLOR: EL ANTIGUO CARNAVAL DE MAZATLÁN, 1900-1904

ALEGRÍA, HUMOR Y DOLOR: EL ANTIGUO CARNAVAL DE MAZATLÁN, 1900-1904 Rafael SANTOS CENOBIO * *  Catedrático e investigador de l...

domingo, 21 de agosto de 2016

¿KARL MAX; MARX WEBER? DOS DIMENSIONES, DOS PERSPECTIVAS

¿KARL MAX; MARX WEBER? DOS DIMENSIONES, DOS PERSPECTIVAS


Arturo LIZÁRRAGA HERNÁNDEZ¨


¨ Doctor en Antropología Social por la Universidad de Guadalajara. Ex catedrático e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales, fue coordinador de la Maestría en Ciencias Sociales y fungió también como Vice-rector de la UAS en la Zona Sur. 

Introducción

       Un tema importante de estudio ha sido la revisión crítica de las propuestas teóricas de dos grandes pensadores de lo social: Karl Marx y Max Weber. El primero, que nació y vivió en el siglo XIX, buscaba explicar los fenómenos sociales y culturales a partir de una nueva concepción de la historia, según la cual la producción de los bienes materiales, y en "última instancia", es la que determina los procesos. "El modo de producción de la vida material -dice Marx en el Prólogo de Contribución a la Crítica de la Economía Política- condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia". Este pasaje, que ha sido leído miles de veces desde que se escribió en 1859, ha servido de esquema para muchos de sus seguidores, tanto políticos como científicos.

       El segundo pensador, que nació en 1864 y falleció en 1920, consideraba, en posición aparentemente contrapuesta, que no son las fuerzas de la economía las que determinan los procesos sociales y culturales, sino que los valores le dan sentido a las acciones de los hombres, y éstas, las que hacen a los tipos de sociedad. Así, los valores culturales, en su perspectiva, juegan un papel preponderante en el desarrollo de las sociedades. En La Etica Protestante y el Espíritu del Capitalismo, luego de explicar cómo el ascetismo protestante influyó en el origen del capitalismo, dice: "hemos procurado poner de relieve los motivos fundamentales del hecho y el modo de su actuación en sólo un punto, el más importante ciertamente" (p.226).    

       Estas dos posiciones, presentadas aquí de forma sucinta, habían llevado a no pocos de los lectores respectivos a señalarlas como irreconciliables, como si fuesen dos concepciones del mundo totalmente excluyentes.  Por un lado, los seguidores de Marx -salvo raras excepciones- consideraban que los postulados y conceptos eran suficientes para explicar la realidad, pese a que fueron expuestos en el siglo pasado; y, por otro, los académicos seguidores de la sociología comprensiva de Max Weber, pensaban que su teoría era completa, toda vez que sus categorías y conceptos sirven para la exploración heurística de  los aspectos intangibles que componen el espíritu, mismos que habían sido olvidados por los pensadores anteriores, Marx incluido.

       Mucho de maniqueísmo estaba presente en esas posiciones. Sin embargo, en los esfuerzos por reinterpretarlos, con visión más amplia y considerando sus diferentes escritos, se ha buscado contrastar sus proposiciones y se ha llegado a la conclusión, en muchos de los casos, que las teorías no son tan lejanas ni excluyentes. Más aún, que son complementarias,y hay quienes buscan sintetizarlos en un sólo paradigma.

       Aquí, primero,buscamos contrastar las concepciones teóricas generales de los autores en función de algunas de sus obras principales; y luego, comparamos las ideas que de las clases sociales tenía cada uno, en virtud de que este concepto es de suma importancia para el análisis social. Al final, reflexionamos acerca de la pertinencia de la utilización de ambos paradigmas.

Carlos Marx
a) Perspectiva intelectual

      Durante el siglo XIX las ciencias naturales tuvieron grandes avances debido, en gran medida, a los requerimientos de tecnología que exigía la revolución industrial. La física y la biología, en sus búsquedas por encontrar explicaciones y un orden en el mundo, dieron cuenta de regularidades de fenómenos, de leyes objetivas varias, lo que influyó, tarde que temprano, en las diferentes concepciones filosóficas.

       Los grandes pensadores hicieron esfuerzos por seguir el ejemplo de aquellas ciencias, y, en el terreno del estudio de la sociedad, buscaron explicarla a partir de regularidades similares a las que se habían descubierto en la naturaleza: escudriñaron y creyeron encontrar leyes que regulan el funcionamiento de la sociedad. Esta fue la razón de Augusto Comte en Francia y de Marx en Alemania, durante el siglo pasado.

       El filósofo alemán, en su búsqueda incesante de las causas del cambio social, abrevó de tres fuentes teóricas para elaborar su propuesta metodológica: la Economía Política, el Socialismo Utópico y el Materialismo Filosófico. Y aprendió que para interpretar el mundo -lo social-, es necesario buscar las causas en el mismo mundo, no en voluntades divinas ni en las ideas de los hombres, tratase de quienes se tratase.

      Observó que es el modo como el hombre produce y reproduce su vida social -el mundo de la economía- lo que permite que, el mismo hombre, construya formas políticas, culturales e ideológicas y que permite, también,  que se lleven a cabo la evolución y el cambio social. Se trata de una de las críticas más reiteradas, que se le hacen al pensamiento marxista.Esta crítica consiste, grosso modo, en señalar a este paradigma como monocausalista, dada la excesiva importancia que, según los impugnadores, le da al aspecto económico. Y es que, dicen, la historia y su curso son más complejos en su explicación que sólo como producto del ejercicio de las vastas fuerzas impersonales que son las fuerzas productivas; intervienen, además, la política, la cultura, la ideología, las voluntades de los actores sociales.

        La crítica tiene explicaciones. Si se leen, aislados, algunos de sus escritos -como el Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política- se puede concluir que, en efecto, es el aspecto económico el que determina todo aquello que se conoce como superestructura de la sociedad, y que comprende lo político, lo ideológico y, lo que es más importante para nosotros, lo cultural. De este escrito recuerdan los críticos especialmente aquello de que "el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual" (p.182).

       No sólo los críticos del marxismo se regodean con este pasaje. Es que muchos de los seguidores, ante cualquier fenómeno o hecho social, intentan explicarlos a partir del esquema. Y toman a pie juntillas aquellode que: "El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social" (p.182). El modelo ha sido usado hasta la vulgarización, y el aburrimiento, desde que por primera vez fue publicado, allá en 1859.

       Sin embargo, ni en Marx ni siquiera en Federico Engels privaba tal espíritu. En diversas ocasiones se revelaron contra esta interpretación que de sus escritos hicieron sus seguidores. Así, por ejemplo, no dejan de reprochar a muchos "marxistas" la tergiversación que hicieron de las tesis fundamentales de su método: "Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda", le escribía Engels a Joseph Bloch en 1890 (Engels, 1977:717), algunos años después de la muerte de su compañero de luchas teóricas, ideológicas y políticas.

      En la carta, Engels remarca el espíritu del Prólogo... y dice: "según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real" (idem:717). Y dice que, al contrario de lo que señalaban críticos y seguidores, en la concepción materialista de la historia se le otorga un papel importante a las condiciones políticas, a las voluntades individuales y "hasta a la tradición que merodea como un duende en las cabezas de los hombres" (idem:718). Y considera que "la historia se hace de tal modo que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales" (idem:718).

       Son diversas las obras de Marx donde, si se miran con cuidado, se observa cómo los aspectos superestructurales (por utilizar su figura) son tratados en una dimensión que parecería contradecir la tesis del Prólogo... En efecto, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte se observa nítidamente el papel que desempeñan las luchas y los acontecimientos políticos, las personalidades, las tradiciones. En El Capital, Capítulo VIII, Tomo I, muestra cómo la legislación ejerce una influencia tajante, de la misma manera que en el capítulo XXIX ("La acumulación originaria de Capital") dedicado a la historia de la burguesía, se puede ver cómo lo político, lo legal y lo ideológico están presentes haciendo la historia.

     El 18 Brumario...es un estudio de coyuntura. Contempla la articulación de múltiples factores y cómo influyeron unos en otros en aquel momento histórico y que hicieron posible la asunción violenta del poder del sobrino de Napoleón: el Golpe de Estado de Luis Bonaparte a la República francesa en 1851. se analizan las condiciones económicas, políticas y sociales como psicológicas y hasta meteorológicas. Quizá más que eso. Habría que añadir el azar. Como dice Marx, "La historia mundial tendría un carácter muy místico si no hubiese en ella lugar para el azar". Y "este mismo azar se convierte naturalmente en parte de la línea general de desarrollo y viene compensado por otras formas de azar" (Marx, en Carr, Edwars, 1961:136).

       Vale reconocer que el marxismo, en sus fuentes originales, considera las voluntades individuales -o la suma de ellas, que lo acercaría a Weber- pues, como dice Engels, acerca del hecho histórico: "es el resultado final (que) siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una multitud de condiciones especiales de vida (op cit: 717).

       De esto puede surgir una primer idea: para Marx, el acontecimiento histórico no está predeterminado, sino que puede tomar diferentes cauces dependiendo de qué elementos se hagan presentes y de cómo se articulen con otros. Una segunda idea sería que los individuos, con su voluntad, cuentan en el hacer historia, aunque su papel esté condicionado por <múltiples determinaciones>.

      Estas dos ideas son confirmadas por él mismo, al rebelarse, por un lado, contra la explicación (la de Víctor Hugo) que hizo, de aquel golpe de estado, "un acto de fuerza de un solo individuo... al atribuirle un poder personal de iniciativa que no tenía paralelo en la historia universal"; y, por otro lado, al cuestionar la explicación (la de Proudhon) que presenta "el golpe de estado como resultado de un desarrollo histórico anterior" (Marx, 1978:2) en la que el individuo es sólo objeto de la historia. Para Marx, entonces, si bien Luis Bonaparte no es el sujeto que hace la historia, tampoco es el objeto inerte de ella, producto de condiciones materiales.

       Otra de las obras donde se puede observar una multitud de factores es en otra obra donde se hace análisis de coyuntura y que es La Guerra de los Campesinos en Francia. De la lectura de ellas se puede concluir que  el marxismo no es lo que dicen sus vulgarizadores o sus críticos, una teoría en la que la monocausalidad es su  rasgo característico. Nuestro autor dice, como para reafirmar su consideración por las múltiples determinaciones: junto a las condiciones externas a los individuos, en ellos "al mismo tiempo había recuerdos, enemistades personales, temores y esperanzas, prejuicios e ilusiones, simpatías y antipatías, convicciones, artículos de fe y principios que los mantenían unidos a una dinastía, ¿quién lo niega?" (p. 117).

       Llegado este punto, surgen otras ideas: Marx se mueve en estas obras con mucha más libertad que en el esquema del Prólogo...: no es sólo la estructura económica la que determina la superestructura, o mejor dicho las determinaciones no van en una sola dirección y con escasos elementos: son muchos los factores y éstos lo hacen en variadas direcciones. Lo económico juega un papel importante sólo en ciertas circunstancias políticas y sociales. Y el proceso histórico no se desarrolla de manera lineal, ni mecánica, sino como un proceso complejo en el que cada uno de los niveles del todo social se desarrolla a través de rupturas y continuidades que le son propias. No es Carlos Marx, por tanto, un monocausalista.

b) Clases y grupos sociales

      Entre los conceptos que utilizan estos autores (Marx y Weber) se encuentran algunos que son de particular importancia para el análisis social. El de clases sociales es uno de ellos. Este es clave  para Marx; a través de él analiza lo que considera es el motor de la historia: la lucha de clases. En efecto, el concepto está presente, de una o de otra manera, en todos los escritos y es de primordial importancia para el análisis de todas las formaciones sociales que, a su juicio, han existido en la historia de la humanidad, a excepción de la comunidad primitiva, la que no estaba dividida en clases por desconocer la propiedad privada.

       La idea de clase social más difundida entre los seguidores del marxismo (sobre todo, en la izquierda tradicional), la proporciona Lenin en Una gran Iniciativa y que dice: "Las clases sociales son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran frente a los medios de producción (...), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen" (1973:479).

      En esta definición, sin embargo, se observa que los tres elementos se pueden reducir a uno solo (el factor económico) en tanto que están determinados, a fin de cuentas, por la propiedad o no de los medios de producción. Estamos hablando, específicamente, de la relación frente a los medios de producción, del papel en la organización y la parte de riqueza de que disponen, mismos que son derivaciones de la propiedad de los medios de producción. Esta definición, por muchos años, estuvo presente y considerada como un dogma entre los marxistas . 

       Pero tal definición está muy lejos de la concepción de Marx, y que se deduce de la lectura directa de sus obras. En El Capital, en el capítulo sobre clases sociales ensaya una idea y reflexiona. Se pregunta: "¿qué es una clase? La contestación a esta pregunta se desprende enseguida de la contestación que demos a esta otra: ¿qué es lo que convierte a los obreros asalariados, a los capitalistas y a los terratenientes en factores de las tres grandes clases sociales?". Por desgracia, el escrito queda interrumpido, según una nota de Engels a la primera edición de este libro, y la pregunta se queda sin respuesta  (Marx, 1975, III:818). Para responderla es necesario buscar en otras obras donde se refiere a las clases, a veces de manera tangencial.

      Por ejemplo, otra vez, en El 18 brumario... ofrece un intento de definición, en la que considera otros elementos aparte de los estrictamente económicos mencionados por Lenin y que hemos citado arriba: "En la medida en que millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las distinguen por su modo de vivir, por sus intereses y por su cultura de otras clases y las oponen a éstas de un modo hostil, aquellas forman una clase" (p.171).

       En esta parte se observa que lo que define a las clases sociales no es sólo lo que dice el líder de la revolución rusa, sino que intervienen otros elementos además de los económicos, a saber: la acción política y, lo que nos interesa destacar, la cultura. La acción política, por cierto, debe ser  un elemento importante en la estructuración de las clases sociales, lo que se desprende de la referencia que hace Marx de los "campesinos parcelarios" de Francia, que forman una masa inmensa, y cuyos integrantes viven una idéntica situación social y económica. Estos términos serían como una definición en negativo: "Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase" (idem:171).

       Luego agrega: "Son, por tanto, incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio nombre, ya sea por medio de un parlamento o por medio de una Convención" (p.171-72). Se puede deducir que, para Marx, una clase social es un grupo de hombres identificados por sus intereses económicos, su posesión o no de medios de producción, su cultura y su acción política, y no sólo por el factor económico, como dijo Lenin.

       Ha sido común afirmar, con ligereza, que las sociedades han estado divididas en dos grandes grupos: explotados y explotadores. Se dice en el mismoManifiesto Comunista: "Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado" (Marx y Engels, 1977:33).

       La proposición, sin embargo, hace esquemática la explicación de la sociedad contemporánea, al reducir los gruposdel sistema capitalista sólo en burgueses y proletarios. En aquella obra se dice también que "Hombres libres y esclavos, patricios y  plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra opresores y oprimidos se enfrentaron entre sí (Marx y Engels, 1977:33). De aquí se deduce con facilidad que burgueses y proletarios son las clases únicas de la sociedad moderna.

       Sin embargo, al analizar la obra de aquellos autores, nos damos cuenta que en ellos no está presente ese esquematismo, sino que tal es producto de interpretaciones más o menos equivocadas. Y resulta que, para Carlos Marx, ni siquiera la sociedad contemporánea está dividida en solamente dos clases, sino tan sólo que hacia allá tiende. Por lo menos, es lo que debemos entender de la parte "toda la sociedad va dividiéndose cada vez más...", y que hemos mencionado arriba.

       Pudiera pensarse que la existencia de más clases es propia de las formaciones sociales, y que en el modelo teórico (modo de producción) se encuentran sólo las clases de referencia, y que son burguesía y proletariado. Pero no es así. Para darnos cuenta de que no lo contempla así, basta con revisar someramente el capítulo citado de El Capital: "Los propietarios de su fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de la tierra, cuyas respectivas fuentes de ingresos son el salario, la ganancia y la renta del suelo es decir los obreros asalariados, los capitalistas y los terratenientes, forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, basada en el régimen de producción" (Marx, 1975,III:817).

       Aún más. Cuando en El capital analiza las sociedades capitalistas concretas, da cuenta de otras clases sociales, además de las de su modelo teórico. Y en El 18 Brumario..., ya citado, habla de "grandes propietarios de tierras", "grandes industriales", de "proletarios", de la "clase media", mismas que, debido a sus intereses específicos, se enfrentan entre sí propiciando la coyuntura del golpe de estado por el sobrino de Napoleón (Marx, op, cit:110). Y se refiere a grupos sociales aliados para que venciese la "república burguesa": "a su lado estaban la burguesía financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeños burgueses (...), el lumpen proletariado". Quiere decir, entonces, que no son sólo dos clases las existentes en el capitalismo, ni siquiera tres, como en su modelo teórico, sino que pueden variar, según la sociedad concreta de que se trate, es decir según la formación social particular.

       Las clases sociales no son un todo homogéneo. Al contrario, la unidad en la acción política parece más bien el producto de circunstancias coyunturales que cualidad intrínseca de los grupos. Marx tiene presente el concepto  "formación de clase", para referirse a los componentes grupales que pueden actuar defendiendo sus intereses más particulares. En El dieciocho Brumario... se hace referencia a ello: "La fracción burguesa republicana..." (101); más adelante habla de otra fracción burguesa: "pero esta masa burguesa era realista. Una parte de ella, los grandes propietarios de tierras, habían dominado bajo la restauración. La otra parte, los aristócratas financieros y los grandes industriales, habían dominado bajo la monarquía de julio, y era por tanto, orleanista". Pasajes como éstos se encuentran a lo largo de la obra, como este: "La historia de la asamblea nacional constituyente desde las jornadas de junio, es la historia de la fracción burguesa republicana" (p.103).

      Por otro lado, y en contra del lugar común, Marx reconoce la existencia de estamentos. En El manifiesto... hay una clara alusión: "En las anteriores épocas históricas encontramos casi siempre, por todas parte, una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma encontramos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos", y, además, agrega, "en casi todas estas clases encontramos gradaciones especiales (p.33).

Max Weber

a) Perspectiva intelectual

      La perspectiva intelectual de Weber es conocida como historicista: hay que revisar todas las condiciones específicas que propician los fenómenos.

      La fuente de donde nutre su concepción del mundo es del neokantismo: no podemos conocer plenamente la realidad, pues estamos limitados por los sentidos. La búsqueda de leyes universales es  un ideal cognoscitivo inalcanzable. Tanto más para la aprehensión de la realidad social, puesto que, en ella, interviene un factor inexistente en el mundo de la naturaleza y que es la subjetividad de los individuos.  Es conveniente hacer una distinción entre ciencias de la naturaleza (que buscan regularidades, leyes universales) y ciencias del espíritu o humanidades que deben buscar, antes que nada, la comprensión de las motivaciones que le dan sentido a las acciones de los actores sociales; luego, a partir de ahí, explicar los hechos sociales.

      En otras palabras, para las ciencias humanas o del espíritu, en tanto que la acción de los actores sociales hacen referencia a valores (y éstos son históricos, es decir circunstanciales), no es posible formular leyes sociales generalizadoras que expliquen cualquier tipo de sociedad: es necesario establecer el conocimiento histórico, específico, individual, extraordinario, de cada sociedad de acuerdo con su tiempo y su contexto. Además, para Weber, la subjetividad de los actores impone a las ciencias humanas la utilización de un método diferente. Propone uno que sirve captar la intención de los actores sociales orientada por aquellos valores: es importante, entonces, la comprensión (verstehen) de éstos últimos para captar el sentido de la acción de los actores; su propuesta, ya en el terreno exclusivo del análisis de la estructuras sociales,  se llama, por ello, sociología comprensiva.

       Una de sus obras principales, La Etica Protestante y el Espíritu del Capitalismo, se propone, de acuerdo con ese historicismo, demostrar cómo la presencia de los valores éticos protestantes dieron sentido a las acciones del conjunto de actores, en las circunstancias de la Europa de la Reforma y que culminó con la aparición del capitalismo . Pone de relieve la profunda vinculación existente entre los orígenes del capitalismo europeo y la presencia de formas religiosas ascéticas, representadas particularmente por el calvinismo y el puritanismo. Desde el punto de vista de Weber, el significado histórico de este protestantismo fue el de crear una fuerza impulsora de un peculiar desarrollo económico: el capitalismo.

       La ética, de la que el espíritu del capitalismo "encarna cualidades específicas", determina la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una mentalidad económica, de un ethos económico, fijándose en el caso concreto de las conexiones de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético (según Weber, engloba el calvinismo, pietismo, metodismo y movimientos bautistas).

      Pero no aborda sólo los factores subjetivos. Es importante remarcarlo, aunque no son su objeto de estudio. Para empezar, en la primera parte, construye un tipo ideal de lo que es el capitalismo , y, contrariamente a lo esperado por muchos, considera los factores económicos y, lo que lo acercaría a Marx, la lucha de clases: "Siempre ha habido <lucha de clases> entre deudores y acreedores, entre latifundistas y desposeídos, entre el siervo de la gleba y el señor de la tierra, entre el comerciante y el consumidor o el terrateniente; pero la lucha tan característica de la Edad Media occidental entre los trabajadores a domicilio y los explotadores de su trabajo, apenas si ha sido presentida en todas partes. Y sólo en occidente se da la moderna oposición entre el empresario en grande y el jornalero libre"  (Weber: 1984:31).

       Luego, al hacer el recuento de las características del capitalismo, se observa que considera al mercado libre de trabajo (p.31), la comercialización de la economía (p30), la participación del estado como regulador (P.25) y, además,  otros elementos como la vida urbana, la ciencia y la técnica racionales (p.23). Vale decir, para ir diluyendo las interpretaciones erróneas, que Weber no señala que sean sólo los valores éticos los que provocan la aparición de los fenómenos sociales, sino que la constelación de diversos factores los determinan. Es claro (que no es tan obvio en Marx) que la multicausalidad es un rasgo distintivo de Weber. Y como dice al final de La Etica...
"Hemos procurado poner de relieve los motivos fundamentales del hecho y el modo de su actuación en sólo un punto, el más importante ciertamente. Por lo mismo, ahora debería investigarse la manera como el ascetismo protestante fue influencia a su vez en su desenvolvimiento y características fundamentales por la totalidad de las condiciones culturales y sociales, singularmente económicas, en cuyo seno nació. Pues reconociendo que, en general, el hombre moderno  aún con su mejor voluntad, no es capaz de representarse toda la efectiva magnitud del influjo que las ideas religiosas han tenido sobre  la conducta en la vida, la civilización y el carácter nacional, nuestra intención no es tampoco sustituir una concepción unilateralmente <materialista> de la cultura y de la historia por una concepción contraria de unilateral causalismo espiritualista. Materialismo y espiritualismo son interpretaciones igualmente posibles, pero como trabajo preliminar; si por el contrario, pretenden constituir el término de la investigación, ambas son igualmente inadecuadas para servir la verdad histórica" (p.227).
       Weber jamás aceptó -hay que decirlo y no ser complacientes-, fue que la religión, como componente esencial de la ideología de una sociedad, formara parte de una superestructura susceptible de ser construida desde las bases económicas de esa misma sociedad. Lo ideológico tenía, para él, una autonomía suficiente como para producir transformaciones de la estructura social, más allá de la economía y la lucha de clases.

b) Clases y Grupos Sociales

       El libro Economía y Sociedad contiene dos secciones que tratan de "clases" y "estamentos", pero igual que en Marx, no existe una definición acabada ni tampoco de sus relaciones con otras bases de la sociedad. Empero, se concluye que el término "clase" designa cualquier grupo de personas con las mismas oportunidades típicas con respecto a provisión de bienes, condiciones externas de vida y experiencias vitales de carácter personal. Dichas oportunidades están determinadas por disponer de bienes o habilidades en consideración al ingreso, dentro de determinado orden económico.

       Como se ve, la concepción de clase parte del análisis generalizado de la acción económica en el mercado. La condición fundamental de la "clase" consiste en la desigual distribución del poder económico y, en consecuencia, de las oportunidades. En otra obra, remarcando el factor económico, Weber dice que las clases
"no son comunidades; sólo representan posibles y frecuentes bases deacción comunal. Podemos hablar de una clase cuando un número de personas posee un componente causal específico de sus oportunidades de vida en común,en la medida en que este componente está representado exclusivamente por intereses económicos y la posesión de bienes y oportunidades de ingresos, está representado bajo las condiciones de mercados de productos o de trabajo" (Weber,1986:147). 
       Otro elemento en la determinación de la pertenencia de clase es la "situación de clase", y entendida como "significación de mercado". Y se puede "expresar más sucintamente como la típica oportunidad para un suministro de bienes, condiciones de vida externa y experiencias personales vividas, en la medida en que esta oportunidad viene determinada por la cantidad y tipo de poder que se posee, para disponer de bienes y habilidades en vista de obtener en un orden económico dado " (idem:147).

       Para el autor son varias las clases en las distintas sociedades. En Economía y  Sociedad considera tres: Clase Propietaria, Clase Lucrativa y Clase Social. Estas, a su vez, tienen una serie de subdivisiones. Por ejemplo, la clase propietaria está constituida por "rentistas de esclavos", de "tierras de minas", de "instalaciones de barcos", "acreedores", "rentistas de valores", etc. Todos estos son integrantes de la clase propietaria "positivamente privilegiada" (Weber, 1983:243).

       La clase lucrativa también se compone de varios elementos, divididos entre los "positivamente privilegiados" y los "negativamente privilegiados". Los primeros son comerciantes, armadores, industriales, empresarios, agrarios, banqueros y financieros, profesionistas liberales y trabajadores con cualidades monopólicas; los segundos son los trabajadores calificados, semicalificados y los no calificados o braceros. Esto hace pensar que en este autor, como en Marx, la posesión y la no posesión de propiedad es la base más importante de la división de clases en un mercado competitivo.

      Para Weber, desde luego, existen estamentos sociales, y estos existen cuando "una situación está fundada en el modo de vida y, en consecuencia, en maneras formales de educación, mismas que pueden ser empíricas o con una doctrina racional y posesión de vida correspondientes" (1983:245). Situación estamental es "todo componente típico del destino humano, determinado por una específica estimación social, positiva o negativa, del honor (...). En sustancia, el honor estamental se expresa normalmente por el hecho de que puede presumirse un estilo de vida específico en todos los que deseen pertenecer al círculo " (245).

       Una vez conocida la división en clases que hace Weber, se observan tantas divisiones y subdivisiones que da la primera impresión de que podría desaparecer el conflicto entre los diferentes grupos. Sin embargo, no niega la posibilidad de ese enfrentamiento, lo que se puede deducir de la parte en que habla de "conductas homogéneas", mismas que se pueden dar con cierta facilidad entre las que tienen diferentes intereses, v.g. entre proletarios y empresarios" (1983:345).

       Pero tal acción de clases no es un fenómeno universal. Dice que "por distintas que sean las oportunidades de vida, según toda nuestra experiencia, este hecho en sí, no origina en modo alguno una "acción de clase" (acción comunal por parte de los miembros de una clase). Es preciso que puedan identificarse claramente el hecho del condicionamiento y los resultados de la situación de clase" (1986:150).

       Los paradigmas revisados aquí, los que más han sido utilizados en las ciencias sociales, ponen su atención en diferentes dimensiones de la vida social: uno, en la dimensión material, otro en la espiritual. Esto no quiere decir, de acuerdo con las palabras de los autores, que cada uno descarte la existencia del otro aspecto; en todo caso, significa que no lo tenían planteado en su tema ni en sus preguntas de investigación. Y ambos coinciden en que, para analizar sociedades o fenómenos concretos, es conveniente considerar gran variedad de determinaciones, como la economía, la política, la cultura y las formas de ser de los actores sociales, tanto individuales como colectivos.

      En cuanto a la consideración de los grupos sociales, al hacer la clasificación Weber parece estar discutiendo con Carlos Marx. Por lo menos en dos cuestiones: quiénes integran las clases y cómo se constituyen y, por otro lado, sobre el concepto "lucha de clases", que si bien Weber  no niega, tampoco acepta su existencia en los términos marxistas. Esta idea se confirma cuando leemos, en Historia Económica General, el pasaje siguiente: "El final interrumpido de El Capital de Marx, quería ocuparse notoriamente a pesar de la diferencia cualitativa de la unidad de clase del proletariado a pesar de la diferencia cualitativa" (Weber, 1983:244).

       Weber y Marx, entienden que clases y grupos de "status" aparecen en situaciones económicas, aunque aquél las llame "situaciones de mercado", estando de acuerdo con Marx en que las categorías básicas son dueños y no dueños de propiedad. Uno y otro reconocen la existencia de los estamentos sociales en diferentes tipos de sociedades.

        Estos elementos y otros, han llevado a considerar a Weber como el "Marx burgués". Las coincidencias, en efecto, apuntan hacia allá, pero conviene señalar que, después de todo, ambos son dos científicos que buscan explicar la realidad social y ésta es solamente una, aunque compuesta de diferentes dimensiones. Quizá, también, podamos decir que, a esa realidad se le puede ver desde diferentes puntos de observación: "soy un miembro de la clase burguesa", decía Weber en el discurso que inauguraba su cátedra de Economía Política en la Universidad de Friburgo; "nuestro punto de vista es el del proletariado", pudo haber respondido Carlos Marx. 

Conclusiones

      Podría pensarse que Marx y Weber, al hacer hincapié en aspectos diferentes de la vida social, son complementarios. Pensamos que el concepto es inadecuado pues con tal aseveración parecería que juntos forman una unidad, idéntica, y que bastaría con utilizar a uno u otro de los autores para dar cuenta de sus interpretaciones de la realidad. El concepto complementariedad, lo consideramos incorrecto. En lugar de ello, proponemos el concepto intersección de paradigmas.

      Veamos: hasta hoy los científicos sociales han hecho hincapié en algunos de los componentes de la sociedad. Unos, en los factores naturales (biológicos, geográficos); otros en los componentes sociales (económicos, de estructura social, culturales); y otros en factores de carácter subjetivo o, mejor, inherentes a las ideas y aspiraciones de los individuos, a los valores. Lo que deberían tratar las ciencias sociales es captar la multitud de dimensiones que constituyen a la sociedad.  Los diferentes paradigmas se han encargado sólo de algunos: el marxismo, hace hincapié en los materiales; y la sociología comprensiva iniciada por Weber, lo hace en los valores culturales.

       Según se puede resumir, las posiciones no son excluyentes: para el primer autor, es importante la consideración de los componentes subjetivos, aunque no ponga una gran atención en ellos; para el segundo, lo más importante son éstos últimos, pero de ninguna manera desdeña las condiciones económicas, materiales. 

      Cada uno de esos paradigmas tiene sus propios presupuestos, categorías y conceptos y si bien son éstos diferentes, es conveniente considerarlos en sus semejanzas y coincidencias, ya que no difieren del todo. Dicho de otra manera: cada uno de los paradigmas contiene su propio conjunto de conceptos, y entre éstos, aunque en su mayoría puedan ser diferentes, hay algunos que son, básicamente, iguales: clase social, estamentos, cultura, acción política, podrían ser algunos. Dicho en corto: es en estos conceptos en lo que los conjuntos teóricos se intersectan. Ello puede ayudar a comprender y explicar la realidad social, sin maniqueismo, sin dogmatismos. Después de todo, son sugerentes las palabras con que Weber cierra La Etica Protestante y anota que su intención no era sustituir una concepción
   "unilateralmente <materialista>de la cultura y de la historia por unaconcepción contraria de unilateral causalismo espiritualista. Materialismo y espiritualismo son interpretaciones igualmente posibles, pero como trabajo preliminar; si por el contrario pretenden constituir el término de la investigación, ambassonigualmente inadecuadas   para servir la verdad histórica" (Weber, 1984:227).

Bibliografía
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----1983, Historia Económica General, F.C.E., Méx.
----1988, Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales, La red de Jonás, Méx.

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