LA "NUEVA RURALIDAD" Y LA COMPRENSIÓN CONCEPTUAL DEL MEDIO RURAL MEXICANO
José Carlos LÓPEZ SÁNCHEZ Sociólogo. Estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS.
Resumen
Las dificultades por homologar criterios dentro de la academia siempre han estado presentes en la historia de la ciencia y siempre han sido en beneficio de la precisión en la producción científica.
En el caso de la sociología rural, esto no es la excepción, y podemos decir que las discusiones que giran en torno a la falta de consenso para definir lo “rural”, son parte medular del objeto de estudio de esta rama de la sociología.
Los intentos por precisar las características de la ruralidad han estado condicionados por los diferentes contextos históricos que han propiciado algunas alteraciones a la concepción de lo rural por parte de la comunidad científica.
Haciendo un breve recorrido histórico, existen varios factores que han sido determinantes para la construcción del concepto de ruralidad. Algunos de los más estudiados son: la influencia del crecimiento poblacional, la migración, la desagrarización y el proceso de industrialización en sus distintas fases y grados en el sector rural. Estos han marcado un punto de inflexión que ha obligado a los científico-sociales a reformular el concepto de ruralidad. A partir de ahí, han surgido diferentes propuestas teóricas que han intentado interpretar las implicaciones culturales, económicas y sociales de estos factores precipitantes.
En las últimas décadas, los cambios generados por las políticas públicas ah doc al sistema económico capitalista y el paulatino crecimiento del intercambio cultural de regiones urbanas y rurales han dinamizado el surgimiento de nuevos fenómenos y problemas sociales, los cuales han rebasado las facultades explicativas de conceptos y teorías que intentan describir las características de la ruralidad.
La “Nueva Ruralidad” es un esfuerzo conceptual por interpretar el surgimiento de estos nuevos escenarios que reducen la vigencia de los criterios de diferenciación entre lo urbano y lo rural. Con él, se busca poner en su justa dimensión las características que presenta el medio rural actual y su rol en el desarrollo de la sociedad contemporánea.
En el presente ensayo hacemos una revisión del concepto de “Nueva Ruralidad” con la intención de identificar sus antecedentes, sus limitaciones y sus alcances para refutar algunas nociones erróneas sobre él y así poder determinar su grado de aplicabilidad para entender al medio rural mexicano.
La construcción social de la ruralidad
Antes de empezar a describir las características de la Nueva Ruralidad, se considera necesario entenderla como una construcción social sujeta a negociaciones y convenciones sociales. Para ello, es menester ubicar cuales son los actores sociales involucrados, los roles que juegan y su peso dentro del proceso de construcción.
Siguiendo esta idea, el significado de los aspectos objetivos y subjetivos que constituyen el modo de vida rural son distintos, según desde el punto de vista en que se observe. En primera instancia, desde la óptica de la comunidad científica, se parte de un proceso de observación para el establecimiento de generalizaciones que al lograr aceptación por parte de la academia, culmina en la creación de teorías y conceptos (Berger y Luckmann, 1986) que atribuyen cualidades a lo rural.
Así, a nivel conceptual todo conocimiento legitimado como científicamente valido, tiene que apegarse a ciertas restricciones o directrices que son de naturaleza epistemológica. En el caso del concepto de Nueva Ruralidad, se debe de examinar qué tan pertinente es utilizar el término, con la intención de actualizar el concepto ya existente de “ruralidad”, para determinar si es una discusión de forma o de fondo.
Al hablar sobre una “nueva ruralidad” se da por sentado que las facultades explicativas del concepto de “ruralidad” son insuficientes para describir los fenómenos y problemas emergentes en el medio rural actual. Esto nos lleva a reflexionar sobre el nivel de vigencia que tendrá este “nuevo” concepto, pues si se toma en cuenta el carácter dinámico de los cambios sociales, se puede llegar a pronosticar que esta “nueva ruralidad” al tiempo perderá su cualidad “novedosa”.
No obstante, la intención de diferenciar la ruralidad o la ruralidad tradicional de la Nueva Ruralidad obedece a la pretensión de actualizar los esquemas de análisis con el afán de no caer en el hermetismo. El buen grado de aceptación de la comunidad científica a este concepto obedece en gran medida a una condición intrínseca de las ciencias sociales: la crítica y renovación del conocimiento científico (Bunge, 2002).
Por tanto, se considera que este tipo de obstáculos conceptuales no son de fondo, sino de forma y una crítica que intente refutar al concepto Nueva Ruralidad usando como argumento la desestimación de su cualidad novedosa, es trivial e intrascendente.
La construcción social de la ruralidad
La asignación de significados a las cualidades de la ruralidad no es unívoca (Fernández, 2008), puesto que las condiciones objetivas y subjetivas existen y reciben un “sentido” aún y cuando no son interpretadas por la comunidad científica. Puesto que los sujetos rurales modifican el entorno en el que están inmersos por medio de un sistema de valores que da certidumbre a sus actos.
En ese sentido, al analizar la ruralidad se debe de resaltar la perspectiva de los actores sociales rurales, pues éstos construyen su “realidad” a través de su subjetividad, asimilando las condiciones objetivas y subjetivas que transforman constantemente sus formas de interacción social y de organización. Se coincide con Long (Gómez citando a Long, 1992) en su propuesta de analizar la ruralidad como un conjunto de acciones orientadas desde la perspectiva de los actores sociales (sujetos rurales), donde se destaca el significado de las cosas desde el punto de vista de estos y las constantes negociaciones que se desprenden de su interpretación de la “realidad”.
Antecedentes teóricos al concepto de Nueva Ruralidad
Al realizar un análisis de las diferentes interpretaciones de la ruralidad a lo largo de la historia, podemos dar cuenta que las propuestas teóricas de los últimos años han mostrado tener cierta correspondencia a la progresiva aceptación de una postura crítica al paradigma de la modernidad. Para justificar esta afirmación, consideramos pertinente explicar grosso modo los antecedentes teóricos del concepto de “nueva ruralidad”, esto con la intención de despejar ciertas dudas sobre su grado de aplicabilidad del concepto para el contexto actual.
Modelo dicotómico
Este posicionamiento se desprende de las primeras formulaciones de los autores clásicos como Tonníes durante el siglo XIX y perduró parte del siglo XX, con portavoces como Germani. Este modelo sostenía que lo rural se debía situar en contraposición de lo urbano, pues los dos eran sistemas sociales con características totalmente distintas entre sí.
Tonníes formuló una clasificación en donde dividió en dos los tipos de agrupaciones que existen dentro de la sociedad: La “Gemeinschaft”: (comunidad) lo rural y la “Gesellschaft”: (asociación) lo urbano. Esta interpretación dual, estaba caracterizada por denostar y juzgar de primitivo al estilo de vida rural y postular a lo urbano como un modelo de sociedad ideal, además, la definición de lo rural estaba basada en el reconocimiento de la otredad urbana, reduciendo a lo rural como su antítesis residual (Tonníes citado por García, 1991).
Este mismo esquema de interpretación se puede observar en Durkheim, pues aunque no hablaba propiamente sobre lo rural y lo urbano, desarrolló una clasificación en donde apreciaba dos formas de solidaridad: Solidaridad mecánica (de semejanza, con bajos niveles de diferenciación y especialización) y solidaridad orgánica (altos niveles de diferenciación y especialización). La primera ha sido interpretada como una característica de la ruralidad, mientras que la segunda ha sido adjudicada como un rasgo de la urbanidad (Durkheim, 2007).
Modelo del continuum Rural-Urbano
El modelo del continuum, surge como una crítica a la visión bisocial del enfoque dicotómico. Como postulado principal, este enfoque se basaba en el supuesto de que no existía una línea divisoria entre lo urbano y lo rural.
Los principales exponentes de este modelo fueron Zorokin y Zimmerman con su obra “Principles of Rural-UrbanSociology” (1929). Estos autores intentaron poner en evidencia la ineficacia del esquema de diferenciación dicotómico, bajo el argumento de que éste no reconocía la complejidad de las relaciones entre lo urbano y lo rural.
“Las diferencias entre lo rural y lo urbano para Zokorin y Zimmerman no consisten en la existencia o en la ausencia de ciertos rasgos, sino de un incremento o decrecimiento cuantitativo de las características que definen una u otra, en una gradación desde lo estrictamente rural a lo urbano (Gómez, 2013).
Años más tarde, Readfield retomó su tesis y elaboró el concepto de folk-society, con el cual sugería un tipo ideal de sociedad pequeña, aislada, homogénea, y con fuerte sentido de solidaridad de grupo (García, 1991).
Aunque estos autores fueron pioneros por criticar al modelo dicotómico y por reconocer la idea de interdependencia entre lo urbano y lo rural, se puede apreciar que existe una interpretación teleológica que hace apología de lo urbano, al considerarlo como un estadio posterior a lo rural.
Una vez descritos los antecedentes teóricos del concepto de Nueva Ruralidad, se puede apreciar que la reivindicación de lo rural es la máxima expresión de la paulatina aceptación de la interdependencia entre lo rural y lo urbano. Es decir, existe una coherencia en los planteamientos que evidencian el progresivo reconocimiento a la idea de complementariedad entre lo rural y lo urbano.
Así, después de revisar estos dos enfoques, se puede dar cuenta de una coherencia histórica de la producción científica de la sociología rural, podemos refutar las afirmaciones que tildan de “posmoderno” el concepto de Nueva Ruralidad. Pues si se parte de la noción de “posmodernidad” de Lyotard (1990), es posible observar que el concepto no busca marcar una ruptura con las posturas teóricas anteriores, más bien se puede percibir una suerte de continuidad en el sentido de que existe una tendencia al alza de reconocer la necesidad de dejar atrás los planteamientos desfasados donde lo rural se ajusta pasivamente y en función de factores exógenos.(Pérez, 2001)
Además, proponer una disertación con la posición dicotómica y teleológica de la modernidad no implica necesariamente hacerlo desde el punto de vista del posmodernismo. Pues la crítica de paradigmas es algo que ha estado presente en la ciencia a lo largo de la historia y es parte fundamental de la formación del conocimiento científico.
Características de la Nueva Ruralidad
El concepto de Nueva Ruralidad es un intento por interpretar los recientes cambios en el sector rural. Este busca comprender como se ha redefinido el rol de los sujetos rurales como parte de un mecanismo de adaptación a las nuevas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales.
Este concepto intenta dejar atrás la noción simplista de lo rural como “lo que no es urbano”, puesto que en la actualidad esta definición deja en una zona intermedia a una fracción muy grande de la realidad, tal es el caso de zonas peri-urbanas y las zonas rurales industriales, (Fernández, 2008) ya que el crecimiento demográfico ha reducido las distancias entre las periferias de las ciudades y las zonas rurales. Por otro lado, se han producidos cambios notables en la ocupación de la población económicamente activa del sector rural al disminuir el porcentaje de personas que trabajan en el sector primario como consecuencia de la diversificación laboral.
Además, el incremento de los flujos migratorios a zonas urbanas ha producido un intercambio cultural que ha modificado las reglas de convivencia tanto rurales y urbanas, contribuyendo a la pérdida progresiva de la nitidez de las diferencias.
Por ello se considera oportuna la apreciación de Gómez, que resalta la importancia de integrar la noción de gradualidad al concepto de Nueva Ruralidad. Con la cual se puede apreciar una gama de situaciones intermedias que evidencian tanto la presencia como la ausencia de características rurales. “No se trata de una situación dicotómica o de negro y blanco, sino de grados, de tonalidades” (2013).
Con relación a los cambios espaciales de las zonas rurales, podemos apreciar que la explotación tradicional para la práctica de actividades agropecuarias ha ido en detrimento y esto ha propiciado cambios en las formas de apropiación simbólica de los espacios por parte de los sujetos rurales.(Grammont, 2004).
En ese sentido, es preciso acuñar la siguiente definición para hablar del medio rural actual, que:
"...es entendido como el conjunto de regiones o zonas con actividades diversas (agricultura, industrias pequeñas y medianas, comercio, servicios) y en las que se asientan pueblos, aldeas, pequeñas ciudades y centros regionales, espacios naturales y cultivados” (Pérez, 2001).
Esta nueva concepción de lo rural advierte un cambio de la visión teleológica que postulaba al proceso de urbanización o de industrialización como la panacea que sacaría del atraso a las zonas rurales. La nueva visión de lo rural, así,
“…no va de lo atrasado a lo moderno, de lo rural a lo urbano, de lo agrícola a lo industrial. Hay más bien un buen número de características que muestran la multi-direccionalidad del proceso, sobre las cuales hay múltiples evidencias, en diferentes países, con distintos grados de desarrollo” (Pérez, Ibid).
Cabe señalar que existen críticas que desaprueban esta interpretación, juzgándola de romántica o ideológica por anunciar la reivindicación de la ruralidad. Sin embargo, hay bastante literatura donde se propone la eliminación del sesgo peyorativo que existe hacía esta.
“En la sociedad globalizada, informática y (post) moderna, el individuo rural se ha tenido que reinventar y redefinir, ya no como remanente de la sociedad agraria pre-moderna ni como sobrante de la sociedad industrial, sino como un actor indispensable, en el continuo proceso de desarrollo de la sociedad” (Sánchez, 2001)
La redefinición de lo rural no sugiere la “emancipación” de lo urbano, ni mucho menos pretende ponderarse como el modelo de sociedad ideal. Más bien se trata del establecimiento de un nuevo contrato social (Ramos y Romero, 1993), el cual debe dotar de nuevos instrumentos para lograr un desarrollo social tanto en el medio rural, como en el urbano.
El concepto de Nueva Ruralidad
Hasta este punto, resulta conveniente advertir que muchas de las descripciones del concepto de Nueva Ruralidad no se presentan de manera uniforme en todos los espacios rurales del mundo, inclusive, algunas no son aplicables en aspectos específicos. Esto se debe a que la construcción del concepto está pensada en la descripción de contextos con características peculiares.
Esta situación se acentúa cuando se intenta utilizar el concepto sin realizar un intento por adaptarlo a las especificidades que presenta el sector rural al que se pretende analizar. En ese sentido, se coincide con Bunge (1980) en la necesidad de contrastar los conceptos, ya que: “una idea sólo puede considerable científica sólo si es objetivamente contrastable”.
En otras palabras: “de lo que se trata es distinguir la representación y el concepto de las cosas, no sólo como dos formas y grados de conocimiento de la realidad, sino dos cualidades de “la cosa en sí” (Kosik, 1966). Sin embargo, el contentarse con entender a la ruralidad como concepto o como forma fenoménica, equivale a tener una comprensión pseudo concreta de ésta.
Así, al hablar sobre el medio rural mexicano, resulta equivoco referirse a éste, como si los individuos que lo componen fueran una población con características homogéneas. El carácter heterogéneo obedece a distintos factores. Entre los más importantes resaltan la diferencia entre las distintas profesiones u oficios que practican quienes residen en él, pues la actividad económica otorga ciertas características que ayudan a forjar una identidad cultural propia. También se debe tomar en consideración la gran cantidad de zonas rurales que tienen ascendencia indígena, que proporciona un arraigo y un sentido especial de pertenencia a la comunidad. Del mismo modo, existen sectores de la población rural que están adscritos al sistema ejidal mexicano, el cual está basado en un modelo de cooperación que lo convierten en un grupo sui generis.
Por otro lado, si bien es cierto que el concepto de Nueva Ruralidad advierte el surgimiento de nuevas condiciones sociales, a la hora de analizar el contexto mexicano se debe resaltar la presencia de rasgos que evidencian una resistencia cultural a los cambios impuestos por factores exógenos, pues pese a que se han generado modificaciones sustanciales a las formas de organización tradicionales y en los usos y costumbres de las comunidades rurales, se puede observar que al mismo tiempo coexisten manifestaciones que dan cuenta de que existe una continuidad de la reproducción social de las identidades culturales rurales en el país.
Algunas de estas manifestaciones de resistencia cultural, pueden ser tan sutiles que pueden encontrarse en los hábitos alimenticios, en las características espaciales de las viviendas rurales, en las reglas de convivencia, en el uso del lenguaje y el tipo de vecindad prolongada caracterizada por la interacción cara a cara (Gómez, 2013).
Podemos aseverar que el concepto de Nueva Ruralidad puede ser aplicable para estudiar al medio rural, sólo si éste se somete a un ejercicio dialéctico que busque conciliar la representación teórica y las manifestaciones fenomenológicas específicas.
En esta idea, las características sui generis de la ruralidad mexicana demandan una actualización de los esquemas de diferenciación que se utilizan para distinguir lo rural de lo urbano. Puesto que los criterios de diferenciación tradicionales carecen de un enfoque integral que permita identificar las características de la ruralidad que se encuentran inmersas en las relaciones interpersonales de los individuos.
Como botón de muestra, podemos ver que el criterio de diferenciación predominante en México es el de densidad de población. Así, para que una población sea considerada como rural debe tener menos de 2,500 habitantes (INEGI, 2011).
La excesiva importación de criterios demográficos y geográficos por parte de la sociología rural, lejos de contribuir a esclarecer conceptos, ha agudizado la confusión en los esfuerzos por definir lo rural o bien sólo ha vulgarizado su interpretación a través de esquemas explicativos que carecen de un enfoque sociológico.
Por ello se propone agregar criterios que contemplen el análisis de la interacción entre individuos. Un estudio sociológico deberá privilegiar el análisis en el tipo de relaciones sociales que caracterizan a las personas y grupos que interactúan en los territorios que son considerados rurales. Abonando a esta idea, un nuevo esquema de diferenciación requeriría la integración de criterios sociológicos y antropológicos.
“Lo rural no es solo habitar en los campos o trabajar la tierra, en caletas o pirquines, sino más bien se trata de un tema cultural. Se trata de una cosmovisión diferente a la urbana que constituye un mundo propio, el cual se expresa en modos de conocer, procesos de pensamiento, integración de dimensiones del saber diferentes; formas de expresión propias que se revelan en el léxico, formas del discurso con predominio de lo hablado sobre lo escrito; normas de convivencia y de organización social con jerarquías que difieren de la racionalidad de las estructuras urbanas” (Gómez, 2013).
Colofón
A modo de conclusión, podemos decir que el concepto de Nueva Ruralidad exhibe lo anacrónico de los criterios de diferenciación tradicionales usados para distinguir lo rural de lo urbano. Este, a su vez, evidencia la errada interpretación de concebir una relación jerárquica de lo urbano sobre lo rural, e insiste en la incorporación de nuevas variables más enfocadas en la cualificación de pautas de conducta de los individuos para tipificar lo rural, no ya como un sistema social diferenciado de lo urbano, sino más bien, intenta identificar el grado de presencia o la ausencia de características rurales que permita reconocer las nuevos problemas y exigencias del medio rural actual, y que surgen con constancia como consecuencia del intercambio cultural entre lo urbano y lo rural.
REFERENCIAS
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