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domingo, 21 de agosto de 2016

NOTAS SOBRE EL MARXISMO Y LA FLEXIBILIDAD LABORAL

NOTAS SOBRE EL MARXISMO Y LA FLEXIBILIDAD LABORAL


Carlos Alberto OLIVARRÍA NÚÑEZ·

· Licenciado en Turismo, actualmente cursa la Maestría en Ciencias Sociales con Énfasis en Estudios Regionales, en la UAS.

RESUMEN

       Planteamos aquí que las ideas del marxismo siguen vigentes para explicar los problemas que aquejan a la sociedad y sus distintos actores sociales. Como metodología sigue vigente en cuanto que como contexto, la historia, la economía, las instituciones y la cultura son determinantes en la explicación de los fenómenos del hombre y la sociedad.

      Para solventar las crisis en el proceso de acumulación, el capitalismo necesita del trabajo y de la mano de obra del trabajador como sugiere Harvey (2007). Una herramienta actual del neoliberalismo que sirve como estrategia acumuladora de capital es la flexibilidad laboral, que está afectando a la clase trabajadora del mundo y reafirma la metodología marxista. El pensamiento marxista resulta fundamental para explicar la explotación moderna del hombre por el hombre y las desigualdades económicas y sociales.

Los medios y las relaciones de producción

      Para entender las problemáticas que en la actualidad afectan a la sociedad es necesario interpretar y analizar a fondo el modelo económico que  rige al mundo, y adentrarnos en la historia para tener una visión más amplia sobre la evolución histórica y las contradicciones generales del sistema capitalista.

     Si bien la flexibilidad  laboral,[1] como se conoce hoy no tuvo sus orígenes en el siglo XVIII, tuvo manifestaciones como las que ahora se presentan en el mercado laboral. Las cargas elevadas de trabajo y la sobreexplotación de la mano de obra del asalariado, a cambio de una escasa remuneración económica fue una de ellas. Partimos aquí de ciertos cambios que se dieron en el siglo XVIII en las relaciones de los medios de producción, gracias a la aparición de nuevas tecnologías, la transición de la sociedad tradicional a la moderna y a la especialización en las diversas áreas de la producción y del conocimiento.

     Sobre la división del trabajo Adam Smith (2002), consideraba que la riqueza de las naciones tenía que ver con el aumento de su productividad, asociado con la división del trabajo cada vez mayor a través de la innovación, el desarrollo de nuevas tecnologías  y por medio de la generación de nuevos conocimientos que, si bien no aportaban monetariamente al desarrollo de la economía, sí lo hacían con sus aportaciones para del progreso. El autor aseguraba que la mayor productividad del trabajo dependía de su división, la cual consistía en la separación del proceso productivo necesario para crear una cosa en diversas fases, asignada cada una de ellas a un operario. 

     Para Smith, la división del trabajo era necesaria porque producía a su vez más trabajo, se volvía más especializado, generaba mayor destreza en el trabajador, ahorraba tiempo en los procesos de producción, y el uso de las maquinas facilitaba las labores, al reducir la intervención del trabajador en el proceso de producción. Así, tuvo lugar la separación de los trabajos y oficios. La visión de Smith estaba adecuada a la realidad de su tiempo al darle énfasis a la relación que guardaban la productividad de las empresas y la especialización de los trabajadores, los cuales siguen siendo factores determinantes en la economía actual.

      Mientras tanto, Durkheim,  sobre la división del trabajo sostenía que
….la división del trabajo social  no es especial del mundo económico; se puede observar su influencia creciente en las regiones más diferentes de la sociedad. Las funciones políticas, administrativas, judiciales, se especializan cada vez más. Lo mismo ocurre con las funciones artísticas y científicas” (Durkheim 2007:37).
      Según Durkheim, con la especialización se estaba modificando las relaciones sociales de los individuos. La división del  trabajo ocasionó que la cohesión social se fragmentara pues produjo una erosión y un debilitamiento en los vínculos que había entre los individuos y que se habían caracterizado por la solidaridad mecánica. Cabe destacar que, tanto Marx cómo Durkheim coinciden en que la creciente complejidad de la división del trabajo trajo consigo la especialización, la interdependencia funcional entre las personas, la automatización y el progreso de la sociedad a través del conocimiento.

       De acuerdo con Marx, el trabajador producía bienes por encima de sus necesidades de reposición, y es en este punto donde se originaba el plus valor. Asimismo,  el trabajador era una determinada cantidad de dinero utilizable como mano de obra para la multiplicación del capital. Sostenía que el capitalista podía obtener una  utilidad cuando el trabajador vendía su mano de obra al precio del mercado y este producía un excedente sobre sus necesidades de reposición. Smith, por su parte afirmaba que la riqueza se daba en el mercado, mas no en las relaciones de producción. Y Marx (1989) en el Prólogo de la Contribución a la crítica a la economía política, señalaba:
En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a un determinado grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. Estas relaciones de producción en su conjunto constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se erige la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social (Marx, 1989:7, 8).
       Es necesario puntualizar que a partir del pensamiento marxista y de otros autores, se sentaron las bases teóricas para poder explicar algunas de las problemáticas de nuestro tiempo. A partir de la revolución industrial se empezaron a desarrollar reestructuraciones productivas constantes en las empresas con el impulso de la innovación, y las nuevas tecnologías, y al mismo tiempo, se desarrolló la división en la mano de obra que fue llevando al trabajador a un grado de especialización paulatina.

      No obstante, ante todos estos puntos de vista rescatados de algunos autores clásicos, es necesario especificar que las problemáticas actuales asociadas con la clase trabajadora y los dueños de los medios de producción, responden a otra lógica global debido a que se desarrollan en un contexto, territorio, espacio, tiempo y región diferentes, cuyas particularidades los hacen únicos.

      Esa lógica dictada por la globalización, el dinamismo de los mercados, la competitividad y un nuevo régimen de acumulación de capital (el neoliberalismo) plantean la necesidad de profundizar en ese modelo económico hasta llegar a la aparición de la flexibilidad laboral y, analizar de qué manera contribuye al cambio social a través de esa dialéctica constante entre la clase trabajadora y el capitalista.

     Diversos autores, adscritos o no a la corriente marxista, estudian y analizan las problemáticas del mundo dentro de nuevas políticas económicas y sociales. Esa lógica económica, en cuanto a nuestro tema, nos conduce a preguntar: ¿Cuál es el modelo económico que rige al mundo y que llevó a la aparición de la flexibilidad laboral?

El neoliberalismo

      En los años 70 del siglo XX empezó a desarrollarse el neoliberalismo, cuya principal característica es la acumulación de capital, como respuesta a una profunda recesión  económica de esa época. Klein (2007) señala que como parte de este modelo se instauró una política de contención salarial, a partir de 1980, que permitió a las empresas una mayor recuperación económica.

      Posteriormente, señala Klein, durante las administraciones Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989) y Margaret Thatcher en la Gran Bretaña (1979-1990), principalmente, se aplicaron políticas neoliberales tras el debilitamiento del Estado de Bienestar, buscando reducir las conquistas laborales logradas por los sindicatos y fomentar el libre comercio con la finalidad de acumular capital.

      El neoliberalismo como doctrina de choque a través del libre mercado, busca intensificar la alienación de los individuos y lo conduce al consumismo. El concepto alienación es crucial en la obra de Marx en su obra y en el estudio social de su tiempo, pero  en el siglo XXI se presenta con mayor evidencia, como sostiene Klein.
  
      Harvey (2007), afirma que debido a la necesidad del neoliberalismo por buscar más ganancias en el menor tiempo posible se dio una gran competencia entre las empresas y los sectores económicos por ese nuevo régimen de acumulación caracterizado, en gran parte, por las privatizaciones masivas de empresas paraestatales y las desregulaciones de los mercados orientados a la libre competencia.

     Una de las distinciones del nuevo modelo económico era establecer su poderío de dominación y control a través de monopolios. Amin (2001),  señala que son 5 los monopolios que establecieron  de en el mundo y que estos son: 1) el monopolio de las nuevas tecnologías; 2) el del control de los flujos financieros a escala mundial; 3) el control del acceso a los recursos naturales del planeta; 4) el control de los medios de comunicación y 5) el monopolio de las armas de destrucción masiva.

      La consolidación de estos monopolios, decía Amin, auguraba la implementación  de nuevas políticas que abrieran las barreras financieras y se diera el libre mercado, la privatización de las empresas del Estado, la reducción del gasto social, el desmantelamiento del Estado y de los derechos laborales, a fin de aumentar el capital de las empresas. Concuerda con la postura de Klein en el sentido de la amplia apertura comercial, la privatización y el desmantelamiento de la cobertura social.

     De su parte, Harvey (2008) indica que algunas de las características del neoliberalismo son la desregulación, la privatización y el abandono por el Estado en muchas áreas sociales; la neoliberalización puede ser interpretada como un proyecto utópico para elaborar un diseño teórico de reorganización del capitalismo internacional, o bien como un proyecto político para restablecer las condiciones para la acumulación del capital y restaurar el poder de las elites económicas.

     Harvey añade que la neoliberalización ha acarreado un acusado proceso de “destrucción creativa”, no sólo de los marcos y de los poderes institucionales existentes (desafiando incluso las formas tradicionales de soberanía estatal), sino también de las divisiones del trabajo, de las relaciones sociales, de las áreas de protección social, de las combinaciones tecnológicas, de las formas de vida y de pensamiento, de las actividades de reproducción...[2]

     En este sentido, es preciso recordar que Schumpeter (1978) fue quien popularizó el concepto de “destrucción creativa”, como forma de describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones, pero Harvey lo utiliza para cuestionar al neoliberalismo y exhibirlo  por sus abusos y excesos.

     Cabe destacar que el neoliberalismo se presenta como un conjunto de políticas económicas para acumular ganancias, y utiliza todos los medios y estrategias posibles para hacer a las empresas más rentables y las maximizar sus ganancias. Se privatizan de las ganancias y se socializan las pérdidas, como refiere Harvey.

     Sobre el proceso de globalización Sassen (2010), señala que éste se da como una guerra económica de libre comercio que ha dejado a más perdedores que ganadores, pues éstos son una ínfima parte de la población mundial. Y los perdedores son los millones de trabajadores asalariados de los países periféricos, sacrificados en su seguridad social, en su calidad de vida y en sus oportunidades de un futuro mejor. En suma, ha perdido la humanidad.

      En la obra de Sassen a partir del estudio de la globalización, refleja sus preocupaciones sobre la economía, la geografía y las desigualdades (que, dice, se deberían de medir por la renta, lo que se gana y lo que se puede comparar en base al salario) que han llevado a la pobreza global. Sin ser marxista, las aportaciones de la obra de Marx las retoma para explicar algunas de las problemáticas actuales. Y otro autor (Thomas Piketty, 2014), apunta que la mala distribución de la renta está causando problemas económicos para los trabajadores, y generando mayor desigualdad económica y social.

      El autor señala que la distribución de la riqueza es uno de los temas más discutidos y controversiales. Hace las siguientes preguntas: ¿La dinámica de la acumulación de capital privado conduce inevitablemente a la concentración de la riqueza y el poder en unas cuantas manos, como Marx creía en el siglo XIX? ¿O las fuerzas de equilibrio del crecimiento, la competencia y el progreso técnico, conducen a la reducción y a una estabilización de las desigualdades en las fases avanzadas del desarrollo, como Kuznets pensaba en el siglo XX? ¿Qué se sabe de la evolución de la distribución de los ingresos y de la riqueza desde el siglo XVIII, y qué lecciones podemos obtener de ese conocimiento para el siglo en curso? ¿Se puede acumular riqueza sólo con trabajo?

      Para Simón Kuznets la cuestión es qué tan bueno es para la economía que un puñado de ejecutivos y empresarios tenga ganancias muy altas en lugar de ganancias razonables, y que los trabajadores con sus sueldos bajos y medios tengan que pagar esos costos a través de los impuestos. Agrega que altos directivos de poderosas empresas multinacionales por lo general tienen el poder de establecer su propia remuneración, en algunos casos sin límite, y en muchos otros sin ninguna relación con su productividad individual.

      Hay quienes observan al neoliberalismo como un sistema basado en el dogma de la llamada libre economía de mercado que busca la rentabilidad de las empresas, la acumulación de ganancias, y en acaparar todo territorio y todo espacio a costa de los trabajadores, y que todo se justifica en la competitividad, como advierte Viviane Forrester (2012). Centra su crítica en lo que llama “ultraliberalismo”, el totalitarismo mercantil, la competitividad y sus abusos, que se cometen contra los trabajadores, justificados en la competitividad.

El consenso de Washington

      El capitalismo y el  neoliberalismo se alimentan de la mano de obra dócil y barata, y  debe tener siempre a su disposición ejércitos de gente desempleada producto de las crisis que sirven de reserva para las empresas. Y se empezaron a instrumentar políticas estructurales que facilitaran la expansión del sistema capitalista y su brazo derecho: el  neoliberalismo a través de la globalización.

     De acuerdo con Martínez, et al (2012),  el Consenso de Washington fue acuñado por el economista británico John Williamson y en él se plasmaron medidas para hacer frente a la crisis económica de los setenta, y por otro, como salida impuesta por el FMI y el Banco Mundial (BM) a los países latinoamericanos, ante el estallido de la crisis de la deuda externa y para aliviar los problemas económicos en lo que se encontraba la región.

     El Consenso de Washington incluye los siguientes 10 puntos: Disciplina fiscal, reordenación de las prioridades del gasto público, reforma fiscal, desregulación financiera y tasas de interés libres de acuerdo al mercado, tipo de cambio competitivo, regido por el mercado, comercio libre entre naciones, apertura a inversiones extranjeras directas, privatización de empresas públicas, desregulación de los mercados y seguridad de los derechos de propiedad (Ibíd.). Una parte fundamental se centraba en la desregulación de los mercados laborales, haciendo énfasis en la fijación de un modelo regulador de los derechos laborales, que eliminaba trabas y regulaciones para contratar, y despedir empleados por parte de las empresas. Al mismo tiempo que se ampliaba la flexibilidad laboral.

     El capitalismo, a través de la globalización y el régimen de acumulación neoliberal, han sido una carga muy pesada para los asalariados en el mundo; ha generado que la sociedad y las economías se polaricen aún más entre la enorme desigualdad y la poca distribución de la riqueza global. Se han transformado las relaciones en los medios de producción, la forma de hacer y de ajustar las políticas estatales de acuerdo al contexto socioeconómico del mundo, dando paso a la flexibilidad laboral como una respuesta para acumular capital.

La flexibilidad laboral

     Sánchez (2001) y Lagos (1994), señalan que en los inicios de los años 80 surgió la flexibilidad laboral en los países industrializados y en algunos países en desarrollo, como consecuencia del deficiente desempeño económico de comienzos de los años ochenta, que vivía un estancamiento económico y mayores niveles de desempleo e inflación.

     Según Sánchez (2001), ante los cambios suscitados en el mercado laboral, se dio un cambio en la actitud, por parte de las organizaciones de trabajadores respecto a la flexibilidad del mercado laboral entre los interlocutores sociales, y se reconoció que para contener el desempleo y dar un nuevo impulso a la actividad económica, se necesitaban programas más amplios y una nueva manera de pensar respecto a la productividad, a la organización del trabajo y el ambiente social interno a escala empresarial. Lo que suponía romper con la rigidez de los mercados laborales.

      La flexibilidad laboral tiene que ver con la especialización y con modificaciones a la concepción del empleo, que permiten al empresario moldearlo y adecuarlo a las necesidades del mercado de trabajo, de modo que se puede dar de forma interna en relación a sus actividades y funciones. La flexibilidad se plantea de manera externa con respecto a sus modalidades de contratación y despido, generando una fuerza laboral que puede ser movilizada dentro y fuera de la organización. Coller (1997), González (2006) y De la Garza (2000), destacan que existe una corriente marxista que se conoce como regulacionista. Ella indica que los cambios en el mercado de trabajo son parte de un nuevo régimen de acumulación, diferente al que se consideraba dominante luego de la Segunda Guerra Mundial. Las obras de Boyer, Aglietta, Coriat y Palloix han dado cuerpo a esta tesis.

     Para Ianni (1999), sociólogo brasileño de enfoque marxista, la flexibilidad del empleo comprende una reorganización de la clase obrera en los ámbitos regional, nacional y mundial. Como consecuencia de la flexibilidad, señala, se modifican los patrones de sociabilidad de los trabajadores, de su vida cultural y su conciencia; al igual que el capital, la tecnología, la fuerza del trabajo y la división del trabajo, también tejen el nuevo mapa del mundo, pues se mezclan civilizaciones, culturas y razas, en los movimientos migratorios que atraviesan fronteras geográficas y políticas.

     Además, Octavio Ianni plantea que la división internacional del trabajo ha traído como consecuencia la reorganización del mapa laboral en el mundo, llevando a la especialización en la producción de determinados bienes y servicios, en los distintos países del orbe como consecuencia de la globalización y del libre comercio.

      Otros autores como Richard Sennett[3] hablan de la FL de una manera enfocada en la fragmentación social. Considera que “La aprehensión del trabajo se ha introducido en todas partes, y ha desleído la autovaloración, dividido familias, fragmentado comunidades y alterado la química del trabajo” (Sennett, 2006:101) y agrega: “En lugar de turnos fijos que varían de un mes a otro, la jornada de trabajo es un mosaico de gente con horarios diferentes y más personalizados”.[4]

      Este autor plantea que los trabajos flexibles se caracterizaran por su incapacidad de generar un proyecto sólido de vida y por los modos de comportamientos asociados, y que generan falta de compromiso a largo plazo, el inmediatismo, la débil lealtad, el juicio basado en la conveniencia individual más no en la colectiva; se involucran en las relaciones interpersonales del sujeto, poniendo en riesgo la propia conformación del carácter, así como el desarrollo de vínculos sociales estables y duraderos.

     Dentro del marxismo esto se puede interpretar como la enajenación del hombre respecto a su propio trabajo, dado que éste, para tener una mejor vida material y satisfacer sus necesidades, debe permanecer más tiempo en el trabajo para obtener más ingresos. La flexibilidad laboral no sólo entraña implicaciones salariales, económicas, legales, productivas, tecnológicas, funcionales o de ajustes normativos para  los trabajadores, y para que estos se adapten al contexto que la dinámica del  mercado de trabajo y el proceso globalizador le dicten, sino que también trae consecuencias sociales e individuales que impactan de manera negativa en su calidad de vida.

CONCLUSIÓN

    Ser o no ser de pensamiento marxista no impide retomar sus ideas y postulados para explicar algunas de las problemáticas que hoy aquejan a la sociedad y la economía mundial. Éstas, asociadas a la clase trabajadora y los dueños de los medios de producción, responden a otra lógica global debido a que se desarrollan en un contexto, territorio, espacio, tiempo y región diferentes, cuyas particularidades los hacen únicos y deben ser abordadas de acuerdo a esa misma lógica. Sin embargo, para explicarlas aun es necesario recurrir al pensamiento marxista. Términos, explicaciones, metodología y algunas expresiones son retomados porque son la base para explicar parte de la realidad histórica que nos acontece.

     Desde el pensamiento y la metodología marxista es posible explicar los problemas sociales, económicos y culturales del contexto mundial, regional y local. El conflicto que se da en la relaciones de producción aún persiste  en el contexto de nuestro tiempo y se reafirma con el proyecto neoliberal. El hecho de que diversos autores adscritos o no al pensamiento marxista utilicen sus ideas para explicar la realidad, refuerza esta afirmación.

BIBLIOGRAFÌA

Amin, S. (1999). El capitalismo en la era de la globalización. Paidós. Barcelona.
Boyer, R. (1987). La Flexibilidad laboral en Europa. Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. Madrid.
 Coller, X.(1997). La empresa flexible. Estudio sociológico del impacto de la flexibilidad en el proceso de trabajo. Siglo XXI, España.
Durkheim, E. (2007). La división del trabajo social. Colofón. México.
Forrester, V. (2002). Una extraña dictadura. FCE. México.
Harvey, D. (2012). El enigma del capital y la crisis del capitalismo. Akal, Madrid.
Harvey, D. (2007). Breve historia del neoliberalismo. Akal. Madrid.
Ianni, Octavio. (1999). La era del globalismo. Siglo XXI  Editores. México.
Klein, N. (2007). La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Paidós. Barcelona.
Lagos, R. (1994)¿Qué se entiende por flexibilidad del mercado de trabajo? Revista CEPAL. Nº 54.
Marx, K. (1989). Contribución a la crítica de la economía política. Ed. Progreso. México.
Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. FCE. México.
Preston, P.W. (1999). Una introducción a la teoría del desarrollo. Siglo XXI. México.
Sassen, S. (2010). “A Savage sorting of winners and losers: contemporary versions of primitive accumulation”. Revista Routledge. Nos. 1, 2. Vol. 7, USA.
Sennett, R. (2006). La corrosión del carácter. Anagrama. Barcelona.
Shumpeter, J.A. (1978).Teoría del desenvolvimiento económico. FCE. México.
Smith, A. (2002). La riqueza de las naciones. Publicaciones Cruz O. México.
Stiglitz, Joseph E. (2009). El malestar en la globalización. Taurus. México.


[1] La OIT (2000) define la flexibilidad laboral como "...la eliminación, disminución, aflojamiento o adaptación de la protección laboral clásica, con la finalidad -real o presunta- de aumentar la inversión, el empleo o la competitividad de la empresa".
[2] Ibíd.,p.9
[3]Este autor estadounidense centra sus preocupaciones en las consecuencias personales del  nuevo capitalismo en la vida de los trabajadores, en la reconfiguración y las transformaciones  del mundo del trabajo a partir del neoliberalismo, y las nuevas formas flexibles de producción. Este es un autor que no se posiciona como marxista y que, según él, nunca tuvo que leer a Marx pero se adscribe a la corriente pragmatista  y coincide con varias de la ideas de Marx.
[4]Ibíd., p.p. 58,59.

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